
Perdón por amar a un hombre casado
Lo confieso, siempre lo vi irresistible pero lo que me robó el corazón fue verlo con sus hijos y la forma en que siempre le da el lugar a su esposa, el que la trate como reina y escribo esto para que sepa lo afortunada que es

Perdón por amar a un hombre casado. | Especial
Perdón por amar a un hombre casado, lo digo así, sin pena porque el amor nunca es un pecado y no importa que no sea correspondido. Lo confieso, siempre lo vi irresistible pero lo que me robó el corazón fue verlo con sus hijos y la forma en que siempre le da el lugar a su esposa, el que la trate como reina y escribo esto para que sepa lo afortunada que es
Sí, lo conocí en la oficina. Al principio no veía su rostro pero esa estela de perfume elegante que dejaba a su paso me causaba curiosidad, lo imaginaba como un hombre impecable de la cabeza a los pies, inteligente, detallista, dedicado y no me equivoqué.
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La primera vez que cruzamos palabras tenía miedo de que rompiera el encanto, pero no, era perfecto, tiene una de esas voces varoniles que al mencionar tu nombre te erizan la piel. Siempre vestía de lo mejor, su barba estaba perfectamente recortada para dar ese toque varonil y fuerte pero pulcro, era como si el mismísimo superman se hubiera escapado de una película y estuviera ahí.
Muchas veces me reclamé por fijarme en un hombre casado. Cada que entraba a su oficina veía en el lugar más importante de su escritorio una imagen familiar, hasta perro de revista tenían, él lo tenía todo, lo sabía todo y yo lo veía inalcanzable.
Muchas veces le di vueltas al asunto y más de una vez llegué a pensar que me coquetaba, sabía que ya tenía el no pero ¿y si por unos segundos podía ser mío? ¿si por unos segundos yo podía ser la mujer que ocupara sus pensamientos? Qué equivocada estaba.
Un día al salir de la oficina varios compañeros fuimos por unos tragos, pensé que Dios me había escuchado, que ahí estaba mi oportunidad, pero aún con unos tragos encima y la corbata mal puesta por haberse desecho en el karaoke, se mantuvo en sus cinco sentidos y cuando intenté robarle un beso claramente me dijo “no, no puedo, mi familia es primero”.

Sí, hay hombres que sí saben amar, que saben ser fieles y cuidar el verdadero amor
No volví a insistir, no valía la pena porque él había sido claro y hasta se disculpó por si alguna vez dio una señal equivocada. Tardé en dejar ir esa loca idea porque ahora me gustaba más, me hubiera encantado que alguien me cuidara así, que alguien me defendiera aunque no estuviera presente como él lo hizo con su esposa.
Aunque no fui correspondida y solo fui suya en fantasías, me quedó claro que no todos los hombres son iguales, que aún hay quien sabe amar, quien sabe ser fiel, quien hace las cosas bien por convicción personal y no por deber, quien da lo mejor porque sabe que su familia lo vale y que es sagrado.
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Espero un día encontrar alguien así, pero por ahora, solo le digo a ella, la dueña de su corazón, que lo cuide, que no lo deje ir porque muchas pasamos la vida entera soñando con un hombre como él, buen padre, buen esposo y gran hombre. Perdón por amar a un hombre casado, por poner los ojos donde no debía.
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